Le dediqué mi primer libro ilustrado, le hice por lo menos 80 invitaciones a salir, traté de contactarla de alguna manera diaria durante 100 días, continué a pesar de indiferencias, decepciones, plantones y actitudes sin sentido aparente, hice todo lo posible por demostrarle, hacerle entender y sentir, lo importante que es para mi.
Viví, sufrí y disfruté cada momento.
Al final siento que debí hacer más cosas, que debí ser aún más aventurado, más insistente. Pero asumo que fue en realidad, más de lo que la mayoría de personas hace normalmente por alguien.
Tal vez ella fue quien logró su objetivo, deshacerse de mi sin quedarse con la culpa de tener que pedirme ella misma que me fuera.
Esto no se trataba de obtener una recompensa después de un sacrificio, en esto no hay reglas.
La princesa no hizo ningún trato al iniciar esto, no estaba comprometida a nada.
No se trata de merecer a alguien o no, nada tiene que ver con eso.
Lo que siento por ella no cambia, solo que esa energía ahora irá despareciendo progresivamente al no retroalimentarse de nada, apagándose gradualmente
No es que la deje de buscar por rencor ni mucho menos, es solo que ya no quiero vivir la sensación de impaciencia al esperar su respuesta, ya no quiero ilusiones frustradas ni flores tiradas a la basura.
Me quedo con ese abrazo eterno, con esa noche en el asiento de atrás, con su cabeza en mi hombro, con desayunar juntos, con las caritas.
Mi ganancia, que los 100 días son míos y de nadie más. Como el que vela sus armas toda la noche para armarse caballero tiene para si sus hazañas pasadas.
¿Qué haré en caso de que ella me busque? Eso no es problema, no me buscará, de eso estoy seguro.
Conclusiones:
No haré esto nunca más (Obviamente)por nadie.
Por que lo escribí todo?
Creo que en realidad escribí para mi mismo, eso mantuvo mi mente en un estado estable alejado de actitudes patológicas.
Así como tuve la determinación de seguir hasta el final, la tendré para dejar todo atrás.
Triste? Nostálgico más bien.
Fue una buena amiga, lo es, de hecho. También una buena amante. Nunca sabré que tan buena pareja pudo haber sido.
Me alegra haberla hecho pasarla bien los pocos momentos que recuperamos durante estos cien días y se que había algo ahí, algo auténtico, no puedo negarlo, lo sentía cuando sus besos eran francos y naturales, espontáneos.
Ya no me intriga saber que sentía ella, me conformo con que ella misma lo tenga claro.
A veces imagino que alguien llama a la puerta, y al abrir es ella que se ha dado cuenta de que tenemos que estar juntos. En fin, esos debrayes no los podemos evitar los creativos soñadores. Esa idea podría servir para el final feliz de algún posible guión en el futuro, quien sabe.
Ninguna princesa vale cien días?
Para mí, esta los valió, pero ni uno más.
No merece un amor como el mío?
El amor no tiene que merecerse, a fin de cuentas es solo una mezcla entre reacciones químicas, patrones psicológicos, reacciones determinadas por las experiencias de nuestra vida, y algún toque de alguna cosa que la ciencia no ha podido determinar.
En estos últimos días ella me dijo:
“Esto de los 100 días, en vez de hacerte ganar puntos te los restó.”
No se trataba de ganar puntos princesa.
Que sigue?
Por lo pronto, es momento de invitar a salir a aquella guapa sobrecargo alemana que conocí alguna vez y que nunca busque en serio por que creía que tenía algo con la princesa.
Es momento de guardar las cosas lindas para recordarlas en alguna tarde lluviosa de nostalgia.
Es momento de no dejar de creer, de aceptar que lo que hice fue por un ideal válido y que la lucha era independiente del resultado.
Es tiempo de caminar solo, de hacer ese viaje postergado, cortarme el cabello y hacerme ese tatuaje que ha esperado tanto tiempo.
Es tiempo de guardar una sonrisa para los elefantes de peluche.
Entender que el amor casi nunca coincide, que la reciprocidad es más aleatoria que merecida.
Asumir que todos somos egoístas en menor o mayor grado, hedonistas, y tendemos a adaptar la noción de nuestra realidad para hacernos sentir que no estamos tan equivocados.
Descubrí los defectos de la persona que amo, y decidí que son esos los que complementan si imagen para hacerla tan equilibrada e interesante.
Alguna vez me llamó cobarde, creyó que nunca le pedí ser mi chica por miedo a que me dijera que no.
Quizá lo piensa por que en realidad era ella quien temía. Personalmente, se que cuando lo pedí solo me alejó con sus frases ambiguas y sus respuestas evasivas. Ya no importa, su imagen, su aroma, su voz se vuelven solo recuerdos poco a poco.
Nuestros caminos se separan, y me marcho con la premisa siempre presente de que “solo se vive en la aventura.”
Vivir lo que vivimos es realmente vivir. Soy afortunado por haberme reflejado en tus ojos mientras respiraba en tu boca.
La canción final, me hace recordar las noches que quise estar cerca, las escenas de película que vivimos, y que el corazón de este caballero no tiene más que dar a esta princesa, pero donde quiera que estés fotógrafa de mis amores, se que recordarás el significado de querer aproximarse rápidamente y quedarse ahí, pegaditos, como cuando la cámara hace un súbito e inesperado, zoom…
Gracias.
Soundtrack:
Soda Srereo, Zoom
(Se exige escucharla a todo volumen)
http://www.youtube.com/watch?v=sXRGb0Qjqqk
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