El hecho de ir al cine involucra más que una acción.
Se trata de una actividad social compuesta de una serie de acciones que en conjunto forman una experiencia.
Escoger la película, decidir si ver un holliwoodazo o una buena película de arte, llegar derrapando por que no hay estacionamiento, comprar las palomitas y el “ice”, ver mil comerciales fastidiosos, ver los cortos de películas que van a salir pronto, ver al fin la película y criticar o festejarla al final mientras escuchas los comentarios de la demás gente que sale al mismo tiempo de la sala.
Si no hay con quien ir al cine, todo es diferente, no es lo mismo, no lo es.
El día 13 es martes, desde hace un par de semanas me ha dado por ir a la Cineteca Nacional solo, a la función de las 9, no importa que película.
Llego a la taquilla y pregunto qué se proyecta en ese momento, escojo la segunda opción y me meto.
Solía ir con la princesa, ahora voy, no por nostalgia.
Más bien por que me gusta mucho el cine y nunca hay con quien ir el martes por la noche.
La noche del día 13 la invito a salir, “no puede” Sigue en cama.
- Ok, lo dejamos para la próxima semana.
- Anotado!- Contesta.
Otra hueca conversación de mensajes de texto, comienzo a desesperarme.
Al final, se me hace tarde y no voy al cine.
- Por cierto, te ves bien bonita con un globo en la mano.- Escribo para despedirme.
Esa noche llego a conectarme a internet y la princesa me saluda por Messenger (cosa que no pasaba en semanas). Nos saludamos y la comprometo a vernos en cuanto se recupere.
De pronto, pasa algo grave, mi mamá se siente mal, tiene un dolor intenso en el estómago, esto no es normal, tenemos que llevarla al hospital.
Corto la conversación de Messenger abruptamente.
El día 14 me recibe en la sala de urgencias de un hospital en la colonia Roma.
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